Siempre he considerado importante y necesaria la existencia de un código de vestimenta en el ámbito de la abogacía; esto es, que los despachos inviertan en normas de estilo de sus empleados. Ese código abarca varios ámbitos relacionados con la asesoría de imagen, como el aspecto, la comunicación, la conducta y el protocolo. En esta ocasión me concentraré en el primero: el aspecto.
Por mi experiencia profesional, defiendo la existencia de un código de vestimenta que determine la imagen de los empleados. No hay que olvidar algo muy importante: los empleados constituyen la imagen del despacho o de la empresa donde trabajan. Es decir, si un despacho invierte recursos en la imagen de sus empleados está invirtiendo en su propia imagen.
Empecemos por definir qué es el código de vestimenta: es el conjunto de reglas que definen la manera correcta como deben vestir los empleados. El objetivo de este código es que los trabajadores se vistan de manera adecuada en el ámbito profesional, reflejando la imagen que la empresa trata de establecer o mantener, conforme a su estrategia empresarial.
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