Por disposición constitucional, el pasado 10 de enero entró en funciones la Fiscalía General de Justicia de la Ciudad de México. Esta transición, que va más allá de un cambio de nombre, representa una nueva etapa institucional que tiene como compromiso garantizar una completa autonomía técnica y de gestión, facilitar el acceso a la justicia, proteger los derechos humanos y disminuir los altos índices de inseguridad.
La Fiscalía General de Justicia de la Ciudad de México ejercerá sus funciones con independencia del poder político y económico y con fundamento y apego al debido proceso, por lo que la autonomía presupuestal resulta indispensable para garantizar su adecuado funcionamiento; además, se regirá por el principio de transparencia en el uso de los recursos públicos y no dará cabida a ningún tipo de injerencia.
La nueva era de la procuración de justicia también contempla un compromiso con el combate a la corrupción y a la impunidad y con mejorar la atención ciudadana, así como los estándares policiales, para evitar todo tipo de abusos o fabricación de culpables.
Al frente de este cambio se encuentra Ernestina Godoy Ramos, abogada de profesión, que cuenta con una vasta y destacada trayectoria y que se distingue por ser una mujer de principios y convicciones firmes. Significa mucho para la sociedad que sea una mujer quien dirija la primera fiscalía de la ciudad y asuma la función cardinal de transformar de raíz una corporación anquilosada y rebasada con la realidad que se vive en la Ciudad de México.
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